De esta manera, Francisco pedía perdón por el trato que, bajo el engaño de Arana (todavía a día de hoy pendiente de sentencia en la Audiencia de Madrid por acusación de calumnas e injurias), había prodigado a las víctimas de abusos en Chile. Con la trama maña también engañaron al Papa, quien se dio cuenta tarde, habiendo ya expulsado sin razón a monseñor Ureña.