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Actualizado: 6 may
FOTO: El cardenal Schönborn, papable, invita al transexual Conchita Wurts en un happening LGBTIQ+ en su catedral de Viena. Es presidente de los obispos del país.
NOTA: Recordemos que "concha" es sinónimo popular del genital femenino, y "wurts" en alemán es salchicha, coloquial del genital masculino en ese país.
Executive Summary-Article (El artículo en español sigue a este resumen en inglés)
During the 2018 World Meeting of Families in Dublin, Cardinal Christoph Schönborn publicly introduced the notion of “selective absolution”—the idea that a confessor may absolve certain sins if the penitent shows repentance and resolve to change, while withholding absolution for other sins if such resolve is lacking. The proposal was met with sharp criticism from Catholic theologians and clergy who argue it contradicts the clear teachings of the Church on the sacrament of reconciliation, which require contrition for all mortal sins confessed.
Although Schönborn turned 80 and is no longer eligible to vote in a conclave, he remains a powerful voice in Church politics, particularly as a key influence in pre-conclave discussions. His admitted involvement in the infamous “St. Gallen Group”—a secretive clerical lobby accused of manipulating the papal succession process—raises serious questions about the legitimacy of internal Church governance. According to canon law, such conspiracies carry the penalty of excommunication.
Beyond the doctrinal concerns, Schönborn has become a symbol of a broader trend: the transformation of deep theological issues into superficial media performances. His leading role in promoting Amoris Laetitia turned what should have been a pastoral reflection on the family into a polarizing campaign with blurred doctrinal lines. Critics describe this shift as bordering on the "pornographic" in its classical sense—exposing the sacred to the profane by rendering the intimate grotesque.
Schönborn’s public theology is echoed by figures such as Fr. James Martin, who used the same Dublin platform to suggest that same-sex relationships are “holy” and deserving of full ecclesial recognition. Meanwhile, the silence surrounding those who shielded abusers—such as Cardinal Donald Wuerl, who was quietly withdrawn from the event after media scrutiny—reveals the two-tier system of accountability still afflicting the Church.
In this context, Schönborn’s teachings no longer stand as isolated eccentricities. They are emblematic of a network of ecclesiastical influence working to redefine Church doctrine under the guise of compassion and modernity—often in defiance of Scripture and Tradition. Though Pope Francis at times spoke of cleaning the Church, his protection of figures such as Schönborn, Arana, and others suggests that much of the corruption remains intact.
With the next conclave approaching, voices in and outside the Vatican are warning: Schönborn’s theological ambiguity and political history make him a dangerously plausible candidate for the papacy. Catholics concerned with the integrity of doctrine would do well to watch not just what is said, but who is saying it—and in whose name.
En el Encuentro Mundial de las Familias de 2018 en Dublín, el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, generó controversia al proponer la idea de una "absolución selectiva". Según esta postura, un confesor podría perdonar ciertos pecados si el penitente muestra arrepentimiento y voluntad de cambio, pero podría retener la absolución en otros casos si no hay disposición para modificar la conducta. Esta propuesta ha sido criticada por sectores de la Iglesia que consideran que se aparta de la doctrina tradicional sobre el sacramento de la penitencia.
Aunque Schönborn ha alcanzado los 80 años y ya no es elector en un cónclave, su influencia en la Iglesia sigue siendo significativa y es uno de los Kingmakers durante la etapa de las Congregaciones Generales antes del Cónclave del día 7 de mayo. Su participación en el llamado "lobby de San Galo", un grupo que supuestamente buscó influir en la elección papal de Francisco ya en 2005, y sus posturas teológicas controvertidas, generan preocupación sobre su papel en la dirección futura de la Iglesia. Un análisis de Jordi Picazo
Buena lectura.
Jacques Pintor
El cardenal Christoph Schönborn suele cautivar con sus palabras amables y su tono sereno. Sin embargo, a estas alturas, resulta evidente para cualquiera que haya leído con detenimiento sus intervenciones —y los numerosos análisis objetivos sobre ellas— que se trata de un purpurado que disiente abiertamente de la doctrina de la Iglesia.
Lo paradójico es que, pese a esta disidencia teológica, algunos medios —los mismos que practican una forma sutil de política-religión— lo presentaron como el elegido de confianza del papa Francisco para difundir el mensaje de la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Su protagonismo en el Encuentro Mundial de las Familias, el el que estuve acreditado en Dublín, fue rebautizado por muchos simplemente como “Amoris”, refuerza esta lectura.
Pero lo preocupante va más allá. Algunos, como el propio Schönborn, han convertido “Amoris” en un espectáculo público que roza lo pornográfico —en el sentido clásico del término: exponer públicamente lo íntimo hasta desfigurarlo y volverlo grotesco—. Es el mismo efecto que provocó la película documental encargada por el Vaticano al cineasta protestante Wim Wenders, quien tuvo acceso total a archivos y conversaciones con el pontífice. El resultado fue un acto de idolatría en vida, donde Francisco aparece poco menos que como un santo viviente. Una manipulación de su figura orquestada por eclesiásticos carreristas, y que algunos medios no han dudado en calificar de pornográfica, por su efecto deshumanizador.
Quienes me conocen, quienes creen conocerme y quienes no saben quién soy podrían escandalizarse por estas afirmaciones. Pero que nadie se inquiete: Francisco fue nuestro Papa, no soy sedevacantista. Aunque su pontificado fue un desastre. Lo que preocupa ahora sin embargo, es el entorno de figurantes que lo rodea. Un ejemplo: el jesuita James Martin, que defendía en Dublín que las relaciones homosexuales son santas y deben ser aceptadas por la Iglesia. Martin actúa como vocero de un lobby de poder LGBTI que persigue la disolución de la familia y del pensamiento cristiano.
Este mismo lobby exigió en Dublín que se retire del magisterio de la Iglesia la encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI. Al mismo tiempo, el cardenal Donald Wuerl tuvo que retirarse del Encuentro tras probarse su papel como encubridor de abusos contra menores cometidos por clérigos bajo su autoridad.
Schönborn, por su parte, confesó haber formado parte del llamado “lobby de San Galo”, un grupo que conspiró para que Francisco fuera elegido Papa en lugar de Benedicto XVI. Dichas reuniones, que comenzaron cuando aún vivía san Juan Pablo II, están expresamente penadas con la excomunión, según establece la normativa vaticana vigente. He ahí un recordatorio oportuno: los cardenales, como los laicos y religiosos, están igualmente sujetos a la ley de la Iglesia.
En sus declaraciones con ocasión de las jornadas preparatorias para el Encuentro Mundial de las Familias en Dublín, el cardenal defendió lo que llama “absolución selectiva”. En vídeos que documentan sus palabras, sostiene que un confesor puede perdonar ciertos pecados a un penitente si hay arrepentimiento y fuerza de voluntad para cambiar, pero puede negarse a absolver otros si el penitente no está en condiciones de modificar su conducta. En su ejemplo más extremo: alguien podría ser perdonado tras un aborto si muestra arrepentimiento, pero no así por convivir maritalmente fuera del matrimonio si no manifiesta voluntad de enmienda, o peror todavía, si no está preparado para asumir esa enmienda. Una afirmación tan inquietante como reveladora.
Y en Dublín, Schönborn fue a enseñar a las familias a seguir a Cristo. Y suena como potencial papa de la Iglesia Católica.
Gracias a Dios, estamos asistiendo a la caída de algunos cardenales corruptos. Aunque todavía quedan muchos ocultos, el Papa Francisco llamó a limpiar la Santa Iglesia de Cristo, y agradeció el esfuerzo de tantos en esa dirección, aunque él encubrió a algunos de sus amigos, que siguen protegidos en el Vaticano o en lugares seguros bajo la tutela de personas bajo el control de Francisco.
Análisis de Jordi Picazo, BA (Hons), MA, PGCE, MCIJ. Member of the European Society of Criminology, Religion News Association, International Association of Religion Journalists, Il·lustre Col·legi de Periodistes de Catalunya, and The Chartered Institute of Journalists. Acreditado en el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia 2015, Dublin 2018 y Roma 2022
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